No a la subvención de periódicos

En las últimas semanas se están sucediendo los posicionamientos de diversos grupos de medios de comunicación que reclaman subvenciones procedentes del dinero de todos los ciudadanos. La expresión formal (aunque velada) de esta injusta reivindicación se produjo el pasado día 11 de mayo en el marco del III Congreso de Editores de Publicaciones Periódicas. En la Declaración de Zaragoza, aprobada en ese congreso, los dueños de periódicos pidieron lo que denominaron como «Plan Nacional de Apoyo a la Prensa». Sin mencionar expresamente las subvenciones, pero dejando leer entre líneas, los congresistas exigieron del Estado un compromiso de ayudas a pagar por los contribuyentes. De esta manera, los editores de periódicos han demostrado no diferenciarse de cualquier otro sector empresarial ávido de dinero público.

El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) rechaza frontalmente toda forma de subvención pública a los periódicos y a cualquier otro medio, denuncia que esas subvenciones ya se producen en muchos casos (sobre todo en la prensa regional y a través de las más diversas líneas presupuestarias) y considera que los medios de comunicación deben ser especialmente ajenos a toda forma de financiación estatal. El P-LIB considera lamentable que los editores de prensa escrita, en vez de guardar celosamente su independencia, parezcan decididos a venderse a las autoridades reclamándoles ayudas que, además de costarle dinero a los ciudadanos, siempre tendrán un coste en libertad de opinión y de información. Mejor harían los editores en defender su negocio frente a ataques como el de la ministra Aído, que pretende retirarles la publicidad de contactos, y en reconvertirse para adaptarse a la nueva realidad tecnológica que les es hostil. Los ciudadanos no tienen la culpa de que su sector se haya quedado atrás, de que la información fluya a la velocidad de la luz y ya no necesite soporte físico, de que la cultura de pago por periódicos haya dado paso a la de la gratuidad onliney en papel, o de que los anunciantes estén cada vez menos interesados en un soporte publicitario poco medible y cada día menos eficaz.

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