No al rescate de las autopistas madrileñas

César BalmasedaEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) madrileño considera aberrante que se vaya a destinar seis mil millones de euros del contribuyente a rescatar a las empresas concesionarias de las autopistas de peaje. En una demostración bochornosa de clientelismo y de desprecio por la libertad económica, el gobierno de Mariano Rajoy pretende forzar a costa de todos la supervivencia de un negocio particular destinado al fracaso. Las concesionarias, que deben quinientos millones de euros a las constructoras, tienen también créditos pendientes de pago que superan los tres mil ochocientos millones de euros. Por si fuera poco, es importante recordar que las obras de construcción y los gastos de expropiación costaron cuatrocientos y mil novecientos millones de euros más de lo previsto, respectivamente. Ante la evidente hecatombe de un modelo de negocio basado en estimaciones de tráfico un 30% superiores a la realidad, las concesionarias no van a pagar lo debido, pero el contribuyente, incluso si jamás utiliza las autopistas de peaje, sí lo hará.

Conviene aclarar que Rajoy no es el único presidente que ha intervenido a favor de las autopistas de peaje. Éstas fueron puestas en funcionamiento durante la segunda legislatura de José María Aznar y recibieron ayudas valoradas en cuatrocientos ochenta millones de euros por parte de José Luis Rodríguez Zapatero. Es decir, no existe ninguna diferencia entre el PP y el PSOE, como en todos los demás asuntos.

Este caso saca a relucir las diferencias entre el capitalismo y el clientelismo. En un sistema capitalista como el que defiende el P-LIB jamás se rescataría a las concesionarias, pero en un modelo clientelista podrido como el español, donde constructoras, concesionarias, sindicatos y políticos se financian mutuamente (véanse la declaración del Sr. Bárcenas ante el juez o las investigaciones de la juez Alaya), lógicamente todos los participantes hacen todo lo que esté en sus manos para mantener su posición y su correspondiente remuneración, y lo hacen, generalmente, a costa del contribuyente de clase media. El clientelismo no es más que un modelo de despilfarro público, apoyado en las mentiras del Estado de Bienestar, mediante el cual se evita constantemente la bancarrota de los amigos de los partidos políticos. El problema es que la prosperidad de una economía exige la posibilidad de la bancarrota para todos sus participantes. Es decir, la prosperidad requiere el abandono de la política de rescates. Es hora de que las grandes empresas jueguen bajo las mismas reglas que las PYMES, que jamás son rescatadas ya que carecen de la influencia política de la que disfrutan las grandes empresas.

Ha llegado el momento de que los ciudadanos se den cuenta de que el PP es un partido anticapitalista”, ha declarado César Balmaseda, miembro de la Ejecutiva del P-LIB en la Comunidad de Madrid. “La política de rescates envía un mensaje muy claro a la ciudadanía: el que elija el vicio sobre la virtud saldrá ganando”, señala el dirigente liberal madrileño, añadiendo que “los medios de comunicación hacen un daño tremendo al confundir interesadamente el capitalismo con el clientelismo, pero siempre se puede contar con el PPSOE para sacarnos de dudas”.

 

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