Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez
El Partido Libertario (P-LIB) de España denuncia con la máxima contundencia al régimen autoritario y criminal que oprime al pueblo venezolano, responsable de crímenes de lesa humanidad, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, persecución política, y de un sistema que ha aniquilado toda forma de separación de poderes, seguridad jurídica y protección de los derechos individuales. Venezuela es hoy un Estado fallido gobernado por una cúpula que se sostiene gracias al narcotráfico, la corrupción y sus alianzas con organizaciones armadas, mientras la población sufre hambre, violencia y una emigración forzada sin precedentes.
El régimen de Nicolás Maduro no es un simple gobierno autoritario: es un narcoestado aliado de organizaciones terroristas como el Cártel de los Soles y el Tren de Aragua, que ejercen el control territorial a base de extorsión, secuestros y asesinatos. Bajo el chavismo, Venezuela ha pasado de ser una nación próspera a convertirse en el epicentro regional del crimen organizado, un santuario para delincuentes y grupos armados que actúan con impunidad absoluta, protegidos por un aparato estatal represor. Este régimen utiliza la fuerza como herramienta de gobierno, tortura a disidentes y transforma al ciudadano común en rehén de un sistema mafioso con fachada política.
El fraude electoral del pasado 28 de julio de 2024 es una nueva prueba de que en Venezuela no existe democracia. A pesar de que todas las evidencias apuntan a que el ganador de las elecciones fue Edmundo González Urrutia, el régimen ha manipulado el proceso, no ha publicado las actas electorales, incumpliendo el plazo legal de 30 días, y ha consolidado una narrativa falsa para perpetuar a Nicolás Maduro en el poder.
Mientras el pueblo venezolano arriesga su vida exigiendo transparencia, el Gobierno español, a través de la voz autorizada del Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, reconoce al dictador Maduro como máximo representante de Venezuela a nivel internacional, ignorando las pruebas de fraude y el clamor internacional por el respeto al voto. Este acto de complicidad no solo legitima una dictadura, sino que envía un mensaje claro: el PSOE, Podemos y Sumar no tienen reparos en respaldar, ya sea de manera directa o por omisión, gobiernos que violan derechos humanos y pisotean procesos democráticos.
Las imágenes de Juan Carlos Monedero, ideólogo y cofundador de Podemos, participando como supuesto “observador” en este proceso electoral fraudulento, son la prueba gráfica del apoyo ideológico y estratégico del partido al régimen chavista. Monedero, lejos de denunciar las irregularidades, actuó como legitimador de una farsa electoral que ha robado al pueblo venezolano su derecho a elegir libremente a sus líderes. Su presencia refuerza la estrecha relación entre Podemos y el chavismo, y demuestra que esta alianza política trasciende fronteras, extendiéndose a las instituciones españolas y europeas.
No se puede obviar que los gobiernos socialistas, comunistas y sus socios en España han sido cómplices de esta tragedia. PSOE, Podemos y Sumar han respaldado con su silencio, con gestos diplomáticos y con acciones concretas a la dictadura venezolana. Mientras millones de venezolanos huyen de su país, los dirigentes socialistas españoles no solo evitan condenar al régimen, sino que mantienen vínculos ideológicos y políticos con él, reforzando así su impunidad internacional.
Podemos ha sido uno de los principales escudos políticos de Nicolás Maduro en Europa. Sus dirigentes, en especial Irene Montero, han llegado a defender públicamente su presidencia, legitimando una tiranía que se sostiene sobre asesinatos y desapariciones. Pablo Iglesias, cofundador del partido, fue uno de los ideólogos más cercanos al chavismo, y su partido recibió inspiración política y mediática directamente del modelo bolivariano. Ione Belarra, actual líder de Podemos, mantiene un discurso calculadamente ambiguo que evita cualquier condena clara al régimen, mientras millones de ciudadanos venezolanos son víctimas de esta dictadura criminal.
El PSOE, en lugar de ejercer presión diplomática, ha optado por una política de complacencia. Su silencio y tibieza, lejos de ser neutralidad, son complicidad. Este partido, bajo la presidencia de Pedro Sánchez, ha permitido que figuras como José Luis Rodríguez Zapatero actúen como mediadores internacionales del régimen chavista, blanqueando su imagen y desactivando iniciativas para aislarlo. Zapatero, lejos de ser un defensor de la democracia, ha sido un aliado político de Nicolás Maduro, respaldando a su gobierno en foros internacionales y minando el trabajo de organizaciones que denuncian sus crímenes.
La actual vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, no solo forma parte de este entramado político que blinda a Maduro desde España, sino que tiene un historial público de afinidad con el chavismo. Su asistencia a eventos de conmemoración de Hugo Chávez y su presencia en actos organizados por sectores prochavistas son evidencia de una simpatía ideológica que se traduce en políticas permisivas y ausencia total de condena a una dictadura sanguinaria. La falta de crítica de Díaz y su rol en un gobierno que normaliza estas relaciones demuestra la cercanía ideológica del gobierno español con el chavismo.
España se ha autoexcluido diplomáticamente de la mayoría de democracias liberales al mantener una posición ambigua frente al régimen de Maduro y al negarse a adoptar una postura firme en coaliciones internacionales que buscan aislar al chavismo por sus constantes violaciones de derechos humanos. España debería estar en la coalición internacional contra el narcotráfico venezolano, no porque estemos a favor de la ilegalización de las drogas, sino para sitiar y presionar a un régimen que vulnera sistemáticamente los derechos humanos. Mientras el régimen de Maduro responde a esta ofensiva internacional armando civiles y llamando a la violencia, el Ejecutivo español se mantiene en una postura ambigua, negándose a condenar las atrocidades del chavismo y perdiendo credibilidad ante sus aliados occidentales.
El PSOE, Podemos, Sumar y sus aliados no representan una alternativa democrática real; representan el mismo proyecto colectivista y estatalista que ha destruido Venezuela. Sus objetivos son claros: ampliar el poder del Estado, consolidar privilegios para una clase política cada vez más poderosa y subordinar los derechos individuales a su proyecto ideológico. En España, este modelo se expresa en el aumento de impuestos, el intervencionismo, la manipulación de instituciones y el desprecio por las libertades; en Venezuela, ha derivado en hambre, represión y muerte. La conexión es evidente: el socialismo siempre termina oprimiendo, destruyendo y empobreciendo a los pueblos que dice defender.
El Partido Libertario de España exige una condena clara, sin medias tintas, la dictadura de Maduro y de sus aliados internacionales. Denunciamos a los partidos socialistas y comunistas en España por su papel en legitimar esta dictadura y advertimos que sus políticas en nuestro país siguen el mismo camino: más Estado, menos libertad, más privilegios para políticos y más pobreza para los ciudadanos. España necesita recuperar una política exterior basada en principios y una política interna que defienda la libertad y los derechos individuales, no una alianza internacional de gobiernos socialistas y mafiosos que se protegen entre sí.
Por la libertad y la dignidad de cada persona.