Marginación de los empresarios chinos en Madrid

Iván SánchezEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) se solidariza con los comerciantes chinos de Madrid y considera aberrante la actitud del alcalde socialdemócrata Alberto Ruiz-Gallardón. Recientemente se celebró una manifestación de comerciantes chinos frente al ayuntamiento de Madrid debido a la denegación en masa de segundas licencias que les permitan la venta de alcohol en sus establecimientos hasta las 22.00 horas. Según afirman, y no tenemos motivos para pensar que no sea cierto, estas licencias sí se están otorgando a comerciantes españoles, por lo que se sienten discriminados. Donde hay un privilegio hay una discriminación, ya que sólo el libre mercado hace justicia al esfuerzo personal al margen de intereses políticos.

No es la primera vez que el alcalde de Madrid, obsesionado con la ingeniería social, intenta hacer realidad su concepto de sociedad perfecta, pero en esta ocasión se perciben los intereses de determinados comercios, en otra muestra más del corporativismo del PP, que falsea y distorsiona el capitalismo hasta sustituirlo por simple mercantilismo.

Iván Sánchez, Coordinador General del P-LIB madrileño, ha declarado que «los comerciantes chinos están siendo víctimas del amiguismo de Ruiz-Gallardón y del PP, a quienes les interesa planificar la economía para favorecer a algunos a costa del más débil». Sánchez ha señalado el patente racismo de esta discriminación contra los empresarios chinos.

Ya con la modificación de la ley de drogodependencia en 2010 se establecieron privilegios para las tiendas llamadas «de conveniencia”, las cuales podían vender alcohol mientras que los locales chinos no pueden venderlo simplemente por no tener un 20 % de la tienda dedicado a la venta de libros, prensa, vídeos y música, productos que nada tienen que ver, obviamente, con la cuestión que nos ocupa.

El P-LIB aboga por la máxima desregulación del comercio, la libre competencia y el premio que espontáneamente otorgan los mercados al trabajo. La discriminación xenófoba contra los empresarios chinos es un error monstruoso, propio de sociedades planificadas. La venta de alcohol a adultos debería ser tan libre como la de cualquier otro producto y no requerir licencias especiales ni someterse a horarios concretos, pero mientras estas regulaciones estén en vigor, es intolerable que un determinado tipo de empresarios se vean marginados en la obtención de licencias por su origen étnico. Es lamentable que por vez primera un colectivo tan pacífico y discreto como el empresariado chino haya tenido que hacer uso de su derecho de manifestación ante los atropellos del Partido Popular.

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