Ante las medidas estatalistas del PP

Juan PinaEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) ha recibido con estupor las medidas económicas acordadas por el último Consejo de Ministros de 2011. El gobierno que preside Mariano Rajoy parece decidido a pasar por la izquierda al anterior en economía, con unas decisiones que incumplen, no ya las promesas electorales del PP, sino incluso los anuncios efectuados en el discurso de investidura, que han resultado ser un vulgar engaño.

Recortar el gasto público en apenas nueve mil millones es una broma de mal gusto en la situación actual, y pone de manifiesto que el PP piensa hacer que sean los ciudadanos, y especialmente los de clase media, quienes paguen la crisis mediante el aumento de sus impuestos de todo tipo. Las primeras subidas decretadas ayer (y en particular la suicida penalización del ahorro) constituyen ya un abuso sin precedentes que sitúa la tributación del ciudadano medio por encima de la vigente en países como Suecia. Y esto es sólo el principio. El gobierno conservador no rebaja el IVA (cuya subida tanto criticó) y estamos convencidos de que se dispone a aumentarlo más aún porque, de lo contrario, sencillamente no le cuadrarían las cuentas para mantener casi sin cambios el Hiperestado.

Y sin embargo, lo imprescindible y urgente para salir de la crisis es precisamente reducir ese Hiperestado. España no tiene un problema grave de ingresos, sino de gasto desbocado y deuda insostenible. Hay que cerrar departamentos enteros de las más diversas administraciones, devolviendo a la sociedad civil innumerables actividades y eliminando la competencia desleal del Estado en muchos sectores; precindir paulatinamente de buena parte de la plantilla de empleados públicos que pagamos entre todos y que ya no podemos sostener; eliminar las subvenciones y bajar los impuestos directos e indirectos para reactivar el consumo y sobre todo el ahorro; pagar toda la deuda posible e incurrir en el menor nivel viable de endeudamiento nuevo.

Por otro lado, parece evidente que el PP se dispone a hinchar una nueva burbuja inmobiliaria, como ya hizo durante su etapa de gobierno anterior (y fue uno de los factores que agravaron en España la crisis internacional) para atraer el dinero de los ciudadanos hacia el sistema bancario, saturado de casas procedentes de créditos fallidos. Mención aparte merece la risible rebaja de sólo un 20 % en las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales. Es un gesto ridículo porque se refiere únicamente a las asignaciones directas de la administración central para el funcionamiento de estas entidades, que no representa ni siquiera la mayor parte de su presupuesto ya que reciben innumerables subvenciones adicionales de las más diversas administraciones públicas, a todos los niveles territoriales y con las más peregrinas excusas. Eso además de lo que reciben sus fundaciones y otras entidades conectadas. El P-LIB reitera con orgullo su compromiso estatutario de no costarle jamás un céntimo a quienes no lo quieran financiar.

El Presidente del P-LIB, Juan Pina, ha declarado hoy que «como cualquier otro gobierno colectivista, el de Mariano Rajoy ha renunciado a trabajar por una sociedad con el mínimo Estado posible: Es un adalid del Hiperestado que denunciamos y combatimos los liberales del P-LIB, porque le ofrece posibilidades gigantescas de controlarlo todo, de colocar a los suyos y de manejar enormes presupuestos y miles de actividades que la sociedad civil gestionaría mucho mejor». Por otro lado, Juan Pina ha considerado «ridícula» la concesión del collar de la Orden de Isabel la Católica al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y las demás condecoraciones del nuevo gobierno al anterior. «Sólo espero que estas tonterías rituales no impliquen coste alguno para los contribuyentes», ha manifestado.

Si Rajoy quería desmostrar que en su partido y en su gobierno los liberales no pintan nada y el liberalismo sólo es una pose extravagante y minoritaria, mal vista y sin el menor futuro, lo ha conseguido. Ha nombrado un ejecutivo compuesto enteramente por intervencionistas que creen en un Estado fuerte y poderoso, con vocación de diseñar y dirigir todos los aspectos de la sociedad, desde la cultura hasta la economía. Las diferencias entre el PP y el PSOE son tan pequeñas (apenas de estilo) que justifican plenamente la expresión «PPSOE», tan asentada ya en nuestro país para denunciar la falsa alternancia del régimen bicéfalo que nos gobierna desde 1982. El P-LIB invita a la reflexión a cuantas personas se consideran liberales pero han votado al PP.

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