Sentencia a Jaume Matas

La sentencia contra el ex presidente de Baleares pone de manifiesto hasta qué punto nuestro sistema político está podrido por el cáncer de la corrupción, que alcanza hasta sus últimos recovecos manchando por igual a todos los partidos que ostentan posiciones de poder, y sobre todo a los dos principales. La casta política del PPSOE, el partido único bicéfalo que nos gobierna desde hace décadas, mantiene adrede un Hiperestado lleno de adjudicaciones y contrataciones discrecionales y repleto de ambigüedades legales y trampas de todo tipo que favorecen la financiación irregular de sus organizaciones y el enriquecimiento personal de los dirigentes. Los supuestos servicios y beneficios sociales del Estado son la excusa con la que se pretende justificar el coste y la magnitud de este Leviatán desproporcionado, para así obtener un mayor botín al hacerse cargo de su administración.

El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera que la corrupción no es un efecto secundario ni un daño colateral del sistema de Hiperestado o del llamado Estado del bienestar. Es consustancial al mismo, es parte de su misma esencia y responde a su lógica de organización de la sociedad. La corrupción sólo se elimina quitando poder al Estado, y sobre todo eliminando en lo posible normas confusas, licencias previas, decisiones discrecionales, comités evaluadores y cualquier otro tipo de mecanismos útiles al corrupto y al corruptor. Los políticos no son extraterrestres: son un reflejo de la sociedad que les ha alumbrado y del marco jurídico-político en el que han ascendido. Más que escandalizarse ante Matas, la sociedad debería comprender que Matas es un reflejo suyo y responde a un determinado modelo de Estado: el Estado socialdemócrata europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial, implantado en España de forma tardía pero eficaz. Un modelo que está viviendo una crisis profunda y probablemente definitiva y deberá dar paso a sistemas políticos basados en cotas muy superiores de libertad y responsabilidad, con un drástico recorte del poder, el coste y el volumen de los Estados.

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