Talegón debe disculparse o abandonar la política

Roxana NiculaEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) expresa su malestar por el apoyo de la Secretaria General de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY), la española Beatriz Talegón, a la dictadura cubana, y reitera su rechazo al apoyo que significados líderes del PSOE prestan a ese régimen dictatorial, que condena a millones de ciudadanos a la miseria y a la represión de sus libertades más básicas. La dictadura totalitaria de Cuba debería provocar el mayor desprecio y la más firme reprobación de cuantos ejercen funciones de portavocía en organizaciones políticas democráticas, incluidas la IUSY y el PSOE.

Quienes justifican y defienden regímenes atroces, que vulneran constantemente los más básicos derechos del individuo —y principalmente la libertad personal y la propiedad privada—, contribuyen a la continuación de sus abusos y al incremento de su ya espantosa cifra de víctimas. La manipulación informativa siempre ha sido el punto fuerte de cualquier dictadura y particularmente de las dictaduras comunistas, y regímenes como el cubano utilizan el apoyo de políticos como Talegón para convencer a la población, carente de otras fuentes de información, de que la dictadura cuenta con amplio respaldo exterior. Talegón se ha prestado conscientemente a ese juego. Los liberales, en honor a nuestros compañeros asesinados o presos en Cuba, o exiliados en el extranjero, exigimos a esta apparatchik de libro —formada en Cuba según ella misma reconoce— una disculpa pública o su salida de la escena política por su indigno comportamiento, que insulta y humilla a las víctimas de la tiranía castrista. No es admisible que los contribuyentes deban costear salarios públicos de personas que emplean sus cargos como altavoces para actuar como embajadores o relaciones públicas de los regímenes dictatoriales.

La Cuba que habrá vivido Talegón no se parece en nada a la real. También la Unión Soviética mantenía tres modelos diferentes de país. Uno con apariencia de libertad y de cierta prosperidad, simulando el comfort de una economía de libre mercado para engañar a las delegaciones occidentales, siempre conducidas por la seguridad del Estado. Otro para los turistas de los países satélites, para distorsionar su visión del comunismo y hacerles creer que el modelo soviético era exitoso y que debían apostar por la continuidad del régimen en sus propios países. Y un tercero, el que padecía la inmensa mayoría: el auténtico comunismo consistente en la más feroz represión de las libertades civiles y económicas, resultante en la pura y simple esclavitud de los ciudadanos. El comunismo, hundido por su propio peso en todo el mundo pero vigente aún en un puñado de países, como Cuba, fue un régimen en el que hasta a los niños se les sacaba de las escuelas para obligarles a trabajar el campo a mayor gloria de la patria comunista; un régimen en el que para sobrevivir había que convertirse en ladrón y en delator de familiares y amigos porque en el nuevo orden socialista el ciudadano se debía a la patria, no a sí mismo y a los suyos. Fue un modelo totalitario que decidía en nombre de todos lo que cada uno debía comer, cómo debía vestir, dónde vivir o trabajar, y los demás aspectos esenciales de su vida. Se le despojaba así de su voluntad, negándole cualquier resquicio de libertad y humanidad en aras de la planificación quinquenal que marcaban los líderes iluminados en cada pomposo congreso del partido único. Su papel quedaba reducido al de piezas móviles de las coreografías realizadas en los estadios con miles de esclavos que debían escribir con sus cuerpos los nombres de sus dueños, esos tiranos a los que Talegón ayuda desde su cargo.

Roxana Nicula, Secretaria de Acción Ciudadana del P-LIB, ha afirmado que “la ignorancia pasmosa de la joven líder socialista no es una excusa para insultar a las víctimas del comunismo pasadas, presentes y por desgracia futuras, víctimas que huyen con desesperación en cuanto tienen la más mínima oportunidad de hacerlo, aunque ello signifique muchas veces perder la vida o a los seres queridos en su lucha por recuperar su libertad”, señalando que «quien justifica un régimen dictatorial como el de los Castro merece la repulsa de cuantos defendemos las ideas de la libertad«. «Contra liberticidas como Talegón nunca callaremos, porque su discurso dirige a la sociedad hacia la anulación de la libertad, hacia la coerción y la violencia y hacia el reparto de la miseria, sofocando la creatividad y la solidaridad auténtica que sólo puede darse en libertad y gracias al excedente del intercambio voluntario entre personas libres”, ha concluido.

El P-LIB constata una vez más el inmovilismo del PSOE, y particularmente el de las juventudes socialistas, que son todavía más arcaicas en su admiración por el régimen cubano que las senectudes que tiranizan la isla. En vez de esforzarse por renovar sus ideas, los socialistas se empeñan en inspirarse en una corriente ideológica fracasada en todo tipo de sociedades y culturas, en todo el mundo. Su afán de adentrarse una y otra vez por el camino del desprecio a la soberanía individual hace que los liberales recorramos con mayor determinación el camino opuesto, el camino hacia la libertad, porque ese es el camino de la prosperidad.

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