La era Wert: más de lo mismo

Juan PinaEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) rechaza la reforma educativa que en los últimos días ha concretado el ministro José Ignacio Wert. Con esta reforma queda clara la vocación de ingeniería social del gobierno conservador y su apuesta por una educación férreamente controlada por el Estado, ya la ejecute directamente o no.

El P-LIB considera estéril la polémica sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía que ahora se sustituye por Educación Cívica y Constitucional. Se trata de un cambio de nombre que sólo esconde la sustitución del adoctrinamiento estatal en unos determinados valores por el adoctrinamiento estatal en otros, ya sea mediante la imposición del currículo o mediante la gestión directa de los centros públicos. Los liberales, a diferencia de los socialistas y de los conservadores, apostamos por una educación libre de todo adoctrinamiento estatal, en la que corresponde a los padres y a los centros la libre definición del ideario educativo y, consecuentemente, del currículo a impartir en lo tocante a valores cívicos y cuestiones éticas. Pero el colectivismo conservador compite con el socialista en el anhelo de homogeneizar a la población utilizando el sistema educativo como una fábrica de ciudadanos cortados por el mismo patrón ideológico y cultural: aquel que el gobierno de turno desea. El P-LIB denunciará los excesos de la nueva ECC como denunció los de la EpC, y apoyará a las familias y docentes que deseen objetar. Al contrario de lo que afirma el editorial de hoy de El País, cuyo totalitarismo asusta y repugna en igual medida, los hijos son de sus padres, no del Estado, y la educación pertenece a la sociedad civil autoorganizada de forma plural y espontánea, no al Estado.

Con todo, el principal problema de la reforma Wert es la total ausencia de avances hacia la auténtica privatización del sistema educativo con garantías de universalidad. Este es el modelo que solamente el P-LIB defiende en nuestro país, y que haría realidad la completa desestatalización del sistema educativo, limitándose el Estado a garantizar la universalidad de acceso mediante la emisión de cheque escolar para las familias sin recursos suficientes. Creemos que sólo una educación enteramente privada, libre por tanto de injerencias, puede satisfacer la pluralidad de opciones educativas que se da en la sociedad. Creemos que los centros educativos no deben depender del Estado ni directamente ni por la vía del concierto económico. El Estado no es quien para preseleccionar colegios concediendo o negando el concierto en función de sus criterios, ni mucho menos para gestionarlos directamente. La sociedad es perfectamente capaz de alumbrar miles de centros educativos mediante empresas convencionales, cooperativas de profesores o instituciones no lucrativas diversas. El Estado, por la doble vía de la educación pública y del concierto, ejerce una feroz competencia desleal que mantiene atrofiado este importantísimo sector económico, y fuerza a la mayoría de la población a escoger sólo entre las opciones que él decide, o bien conformarse con los centros estatales. El P-LIB, único partido político comprometido con una educación libre, denuncia el continuismo educativo del ministro democristiano Wert, que extenderá al bachillerato la pésima opción del concierto económico con empresas del agrado del gobierno, en lugar de avanzar hacia la plena liberalización con cheque escolar. Así, con toda seguridad vamos a perder cuatro u ocho años preciosos mientras nuestros indicadores de éxito académico seguirán entre los más bajos del mundo desarrollado porque en España, con gobiernos colectivistas «de izquierda» y con gobiernos colectivistas «de derecha», lo que destruye la educación es la presencia dirigista del Estado.

Deploramos también que el gobierno Wert no avance tampoco en el reconocimiento formal de la enseñanza en el hogar para cuantas familias prefieran esta legítima opción. El P-LIB propone, en el marco de su política de cheque escolar, la asignación del mismo también a las familias homeschoolers de escasos recursos en igualdad de condiciones con aquellas que escolaricen en el sistema educativo convencional.

Las medidas de fomento del mecenazgo cultural privado anunciadas hoy por Wert apenas representan una tímida mejora respecto a la situación actual. El P-LIB reitera su apuesta por la paulatina privatización de la cultura y sobre todo por la devolución a la ciudadanía de la toma de decisiones en materia cultural. Esto puede realizarse mediante sistemas de mecenazgo generalizado de las personas físicas, con un tope de deducción fiscal equivalente a su aportación actual a la cultura vía impuestos. Lo principal es evitar que las decisiones en materia cultural sean adoptadas por comités de burócratas, ideólogos y apparatchiks políticos al servicio del gobierno de turno. Es la sociedad la que espontáneamente y sin injerencia del Estado debe decidir de forma descoordinada qué obras culturales merecen o no su apoyo, el apoyo directo de cada persona. El resultado será una evolución natural de la cultura y un pluralismo cultural representativo del que se da en la sociedad, frente al panorama actual de cultura controlada, subsidiada y orientada desde el poder.

Como en economía, también en educación y cultura el gobierno popular es más de lo mismo y hace buena la expresión «PPSOE», tan asentada ya en nuestro país. Sus primeros pasos nos encaminan hacia una tributación insoportable y una sociedad cincelada desde el Estado conforme a los ideales colectivistas del partido gobernante.

El Presidente del P-LIB, Juan Pina, ha declarado que «el ministro Wert se perfila como un comisario político decidido a cambiar el signo de la manipulación estatal de la educación y de la cultura, no a eliminarla«, señalando a continuación que «la educación y la cultura son campos de batalla permanentes donde la Libertad lucha a brazo partido con sus enemigos, y Wert, el ministro que no ha tenido empacho en hacer suya la infame ley Sinde, no está con la primera sino con los segundos».

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