Lamentable comparecencia de Spottorno

El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) considera lamentables las explicaciones ofrecidas ayer por el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, respecto al caso Urdangarín y, sobre todo, respecto a las cuentas de la institución. Que esta haya sido la primera comparecencia de Spottorno ante los medios da una idea precisa de la opacidad que rodea a esta costosa institución, y también de la gravedad de las actuales circunstancias y del nerviosismo que han provocado en la Zarzuela.

Es particularmente reprobable que el máximo responsable de la Casa Real —pues ya sabemos que el rey es completamente irresponsable, tal como dispone el artículo 64.2 de la Constitución— se permita afear la conducta de otras casas reales por su transparencia respecto al uso que hacen del dinero de los contribuyentes. Más condenable aún es la negativa de la Casa Real a hacer públicas sus cuentas, negativa que ha mantenido durante décadas y que sólo ahora, a consecuencia del caso Urdangarín y ante la caída en picado de la popularidad de la monarquía, decide revertir. No va a ser, en todo caso, una verdadera auditoría ya que en la misma rueda de prensa de ayer quedó claro que es el propio interventor de la institución quien la realiza, sin la menor verificación externa. Además, según Spottorno, la Casa Real se dispone a publicar las cuentas de forma general, sin entrar en detalles. En definitiva, van a publicar lo que quieran. El P-LIB exige la publicación plena y retroactiva de las cuentas de la Casa Real, incluyendo las numerosas aportaciones de ministerios y de otras administraciones públicas.

Igualmente graves son las afirmaciones de Spottorno sobre el «comportamiento» de Iñaki Urdangarín. O Spottorno ha vulnerado conscientemente la presunción de inocencia del yerno del rey, o conoce información que le permite emitir graves juicios de valor sobre la «no ejemplaridad» de este señor. En el primer supuesto, el portavoz del rey ha cometido un abuso que perjudica los derechos civiles básicos del presunto delincuente; y en el segundo, debe cumplir con su deber ciudadano de aportar al juzgado los datos que conozca.

El P-LIB reitera su apuesta por la desaparición de la institución monárquica, último fleco del Antiguo Régimen que simboliza la ilegítima apropiación estatal de la soberanía de los individuos, y la instauración de una república similar a las de nuestro entorno europeo. En cualquier caso, resulta cada día más cuestionable la necesidad de la figura paternal de un jefe del Estado con atribuciones simbólicas de mando sobre la sociedad, incluso si es electo. En una sociedad libre, los únicos jefes del Estado somos sus dueños, los ciudadanos.

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