Guerra interna del PP y escisión de Vidal-Quadras

P-LIBEl Partido de la Libertad Individual (P-LIB) sigue con interés la lucha de poder que están escenificando los diversos sectores del Partido Popular, así como el amago de lanzamiento de un partido conservador desde la asociación Reconversión, integrada principalmente por políticos de segunda fila del PP. Mientras el PP se desangra, hundido en una corrupción inocultable y vergonzante, Vidal-Quadras incurre en la misma desvergüenza de Rosa Díez y aprovecha su escaño europeo, obtenido por el PP, para montar su partido. De esa manera, los ciudadanos le pagamos la operación con nuestros impuestos. Los liberales, que renunciamos estatutariamente a toda subvención y nos financiamos exclusivamente con las cuotas y donaciones voluntariamente aportadas, señalamos la profunda indignidad de este comportamiento de Alejo Vidal-Quadras, el mismo político que se destacó hace un par de años por su rotunda negativa a volar en clase turista cuando se destapó el escándalo de los privilegios de viaje de los eurodiputados. Y mientras cobra del Grupo Popular europeo, organiza en Madrid actos políticos con el Grupo Conservador europeo (EACR), pero a la vez se define como liberal. Su desorientación sólo es comparable a la recientemente exhibida por Dolores de Cospedal al firmar un acuerdo de colaboración del PP con el Partido Comunista Chino.

Llamamos a todos los liberales a no dejarse engañar: el PP es solo uno, y las facciones que lo componen coinciden en ser profundamente antiliberales. Son todas igual de contrarias a las posiciones liberales respecto a las cuestiones no económicas. Y son antiliberales en grados diversos cuando se trata de la economía. Es obvio que el sector de centro reformista o democristiano, ampliamente mayoritario, ha llevado al PP a posiciones económicas idénticas a las de la socialdemocracia, cuando no más intervencionistas todavía. Rajoy, De Guindos y Montoro han logrado superar a Rodríguez Zapatero en intervencionismo, en persecución tributaria y en saqueo fiscal a la población. Pero es igualmente evidente que el sector conservador-centralista que encarna Vidal Quadras, y que pudiera tener conexión con el ex presidente Aznar o con Esperanza Aguirre, no representa posiciones más liberales. Esa facción defiende posiciones tremendamente conservadoras en todas las materias no económicas, y lo peor es que también en lo económico dista mucho, muchísimo, de promover la economía realmente libre que defendemos los liberales.

A cambio de cierta bajada de impuestos, los conservadores nos condenarían una vez más a las altas dosis de falso capitalismo (en realidad, puro corporativismo mercantilista) a las que ya nos tienen acostumbrados. Su política económica es la que impulsó la burbuja inmobiliaria y la que privatizó las empresas públicas a dedo y sin liberalizar realmente los sectores afectados, generando oligopolios y posiciones de privilegio que duran hasta hoy. Es la política económica de quienes invocan a Hayek o Mises pero hacen puro monetarismo. Es la política de quienes gestionaron la mayoría de las cajas de ahorros. Es la política de quienes pudieron hacer realidad entre 1996 y 2004 el cheque escolar y sanitario o la capitalización para las pensiones, o una fiscalidad reducida, y no lo hicieron. Hay que recordar que Cristóbal Montoro inició su feroz represión tributaria como ministro de Aznar.

Así pues, la propuesta económica conservadora es extremadamente decepcionante, pero lo que ya resulta indigerible para cualquier liberal es su visión en todas las materias de derechos y libertades individuales, su vocación de fuerte control de las personas y de Internet, o su alianza con los grupos de presión que ansían imponer desde el Estado visiones morales y culturales concretas. El ansia de dirigismo cultural y de ingeniería social de los conservadores, que sólo puede satisfacerse recurriendo a la coerción estatal y sólo puede financiarse con el dinero de todos, es tan determinante de su programa y de su acción política como en el caso de los socialistas. Los liberales nos negamos a tener que escoger eternamente entre el colectivismo de izquierdas y el colectivismo de derechas, y existimos para combatir con la misma firmeza ambos colectivismos y sus respectivas opciones políticas, pues ambas cercenan nuestra libertad sometiendo al individuo y reduciendo su soberanía personal a una vaga ilusión. Coincidimos con Hayek en entender el liberalismo como lo opuesto, simultáneamente, al socialismo y al conservadurismo. Mienten los conservadores que se hacen llamar liberales (un fenómeno típicamente español que no suele darse en otros paises). El P-LIB señala sin descanso esa injusta usurpación.

Pese a la sensación de urgencia y de continuo sobresalto que nos depara la actualidad cada mañana, los liberales tenemos un camino recto y definido del que no nos apartaremos, y que nos lleva a la construcción de nuestro propio partido, plena y únicamente liberal, adversario político directo del socialismo y del conservadurismo. Difundimos nuestra alternativa sistémica al modelo socialdemócrata transpartito hoy vigente, y trabajamos para desmontar de forma ordenada y sensata el Hiperestado corrupto e insostenible al que ha dado lugar. Los liberales no tenemos prisa ni nos dejamos condicionar en forma alguna por los cambios y movimientos que puedan darse en el mapa de partidos y alianzas del campo colectivista. No nos afectan porque no formamos parte de ese campo: somos los oponentes de cuantos lo integran.

Nada debemos a los sectores supuestamente liberales del PP, porque nada han hecho por nuestras ideas en el cuarto de siglo transcurrido ya desde la innoble absorción del desdichado Partido Liberal. Lo único que han hecho los supuestos liberales del PP con nuestras ideas ha sido descafeinarlas y distorsionar su esencia para hibridarlas con el colectivismo. Nada debemos, tampoco, a las generaciones anteriores de liberales, porque, desde la Transición, fracasaron una y otra vez por impaciencia y prisas personales, y al final terminaron por hacerle el juego al PP, incluso integrándose en él para obtener puestos y ventajas mientras aparcaban nuestras ideas y las relegaban a sus charlas de salón y a las conferencias en clubes y ateneos, en las que proponían por las tardes lo contrario de lo que hacían por las mañanas. Por ello, sólo merecen nuestra reprobación. Denunciamos su pasividad y su connivencia con el colectivismo. No nos dejaron ningún legado que invocar. Nos dejaron, por contra, uno de los pocos países europeos sin partido liberal, y estamos orgullosos de haberlo iniciado desde cero, desde fuera del establishment, sin dinero público ni sobres de cárteles regulatorios, ni escaños ajenos ni viejos apparatchiks del sistema.

No nos creemos las nuevas proclamas que invocan ahora el liberalismo pero salen de las mismas bocas que callaron durante décadas para beneficiarse del sistema. No es realista pretender la renovación de un partido acudiendo a la vieja guardia. No es posible tampoco «reconvertir» un sistema político en acelerada descomposición recurriendo a viejas glorias venidas a menos, cargadas del mismo pasado que se pretende dejar atrás y representativas de la misma élite desacreditada. No se puede regenerar la política con los mismos políticos, ni con escisiones de los mismos partidos de siempre para improvisar marcas blancas de laboratorio, capitaneadas por antiguos dirigentes casi septuagenarios que, de pronto, han descubierto que el PP no era liberal. No necesitamos nuevas marcas electorales dentro del arco político convencional sino alternativas al mismo en su conjunto. No se puede sustituir la cleptocracia por gerontocracia, ni hacer pasar por liberal lo que, tristemente, sólo alcanza a ser conservador.

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