Nuevo rescate a las empresas constructoras

José Luis Montesinos |P-LIBEl Partido Libertario (P-LIB) sigue con indignación y preocupación el proceso de rescate de las Autopistas Radiales, que se encuentran en proceso concursal. Según informan los medios de comunicación el coste de la operación rondará los 2.400 millones de euros, que como viene siendo habitual saldrán del maltrecho bolsillo del contribuyente. Una vez más y fiel a sus ideas, el gobierno del Partido Popular socializa la mala gestión de entidades, que se suponen privadas, a costa de expoliar a los ciudadanos. Queda una vez más patente que el modelo de adjudicaciones, que se nos intenta vender como privatización, no es más que un enjuague.

Su fin es que los empresarios oportunistas, afectos al mandatario de turno, gestionen a su discreción recursos creados con presupuesto público y que, una vez demostrada su incompetencia, carguen al resto de ciudadanos con sus deudas. Las empresas deben ser privadas y serlo hasta sus últimas consecuencias. Si se gana, se gana, y si se pierde, no cabe rescate posible, de manera que pierden los accionistas de la empresa pero no todos los ciudadanos. Del mismo modo, las adjudicaciones deben ser claras y abiertas a concurso y, siempre que sea posible, dejar que sea la iniciativa privada la que se haga cargo de cualquier tipo de inversión, incluyendo como en este caso las inversiones en infraestructuras.

El P-LIB se opone a cualquier rescate, bien sea de bancos, de televisiones o de autopistas. Los liberales libertarios exigimos la privatización real de todas las empresas públicas, sin derecho a su posterior rescate, en base a criterios claros y conocidos, reclamando de igual modo el cese de estos cambalaches que se presentan como “gestión privada” y que no son más que ganancias para unos pocos y pérdidas para todos los demás.

José Luis Montesinos, miembro del Comtié Ejecutivo Federal del P-LIB, ha señalado en relación a este nuevo rescate que “los procesos de adjudicación vienen viciados desde el principio y, cuando las cosas salen mal, siempre pagan los ciudadanos”. Y concluye de manera clara: “debemos quitar las garras del Estado de las empresas y de los bolsillos de los ciudadanos”.

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